martes, 31 de agosto de 2010

Juan Jacobo Rodríguez Padilla (Guatemala, 1922)



El siguiente es extracto de una entrevista hecha a Juan Jacobo Rodríguez Padilla.


Por Juan Carlos Lemus, (22 de junio, 2003)

Pintor, grabador y escultor. Estudió en la Escuela Nacional de Artes
Plásticas (la que hoy lleva del nombre de su fundador, “Rafael Rodríguez
Padilla”, padre de Jacobo Rodríguez) a finales de los 30 y principios de
los 40.
Cursó estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de París,
1953, en la que llegó a ser uno de los dos guatemaltecos ganadores del
Premio de la Escuela.
Fundador del Grupo Saker-ti, con Arturo Martínez, Huberto Alvarado entre
otros. Creó los murales de las salas Toltecas y Preclásico del Museo de
Antropología de México.
Tiene estudios de arqueología en museos de Guatemala, Francia y México.
Actualmente vive y trabaja en París. Es uno de los más importantes
escultores, pintores y muralistas de Latinoamérica.

Agradezco la valiosa colaboración de José Mejía, quien también reside en
Francia y me hizo los contactos necesarios para obtener respuesta de este
artista.

“Mi idea era volver a mi país”

Luego de tantos años fuera de Guatemala, ¿qué criterio tiene usted del
arte guatemalteco?
“Lo que he visto de la plástica contemporánea guatemalteca es
desafortunadamente incompleto, en viajes apresurados a mi país; el resto,
en reproducciones, que no siempre dan la posibilidad de juzgar sobre el
valor de los originales; pero, aún así, y de una manera general, pienso
que la expresión guatemalteca ha evolucionado y se ha diversificado muy
positivamente.
Por una parte, existen varios artistas de auténtico valor en la expresión,
digamos “culta” de la plástica.
Y por otra, han surgido varios pintores de extracción popular, que se
expresan también con gran libertad e imaginación”.


¿Qué obstáculos confronta un centroamericano en un país como Francia para
desarrollar y mostrar su trabajo artístico?
“No creo que en este terreno haya gran diferencia entre un centroamericano
y un latinoamericano. En una ciudad como ésta, donde confluyen todas las
culturas del mundo, la competencia es, naturalmente, muy fuerte”.

¿Por qué decidió radicarse allí?
“Historia larga… En tiempos de Ubico, no se soñaba ni siquiera con una
beca de estado para las bellas artes.
“Durante la Revolución de Octubre surgió en las gentes de mi generación la
esperanza de poder formarse en un país de mayor tradición cultural.
Personalmente, no tenía una idea clara de cuál país podía ser el más
indicado para mí, pero la información que con algunos años fuimos
adquiriendo, con amigos, uno que otro profesor de la Escuela de Bellas
Artes, donde los hubo muy valiosos y eficaces -algunos con experiencia en
los países de gran tradición-, en fin, todo esto y la inclinación personal
hacia Europa, con la que crecí desde muy niño, oyendo a mi padre
mencionarla, hizo que, al obtener una beca por concurso del Ministerio de
Educación, el lugar elegido para la misma fuera París. Esto me dio la
posibilidad de vivir en esta ciudad.
En ella me encontraba, estudiando fresco y litografía, en la Escuela
Superior de Bellas Artes, cuando sobrevino la contrarrevolución
castilloarmista, y suprimieron las becas.
Habiendo tenido, lo que para mí es un privilegio, la posibilidad de
colaborar con los dos gobiernos del único periodo democrático de nuestra
historia, no podía ser en aquel momento más que un exilado, como los
cientos de compatriotas que estaban llegando a México, a donde me dirigí
también yo, más tarde, quizás para estar más cerca de Guatemala.
“Al principio permanecí, pues, en Francia, forzadamente, porque mi idea
era volver a mi país. En París, ya exilado, me gané la vida trabajando
como dibujante de arquitectura, durante cuatro años.
Luego llegué a México. Allí tuve algunas experiencias de trabajo que
considero interesantes, en particular mi participación en la instalación y
decoración del Museo de Antropología. Pasados dieciesiete años, volví a
Francia, ya con la intención de establecerme aquí definitivamente.
“Para responder a su pregunta, salí de Guatemala con la firme intención de
regresar a ella al terminar la beca, a aplicar lo aprendido y a compartir
experiencias, pero los acontecimientos mencionados me obligaron a
permanecer en Francia, con la que, de manera general, me sigo sintiendo
muy identificado. Por ello, no volví a mi país, que quiero
entrañablemente”.


. ¿Cómo fue la experiencia de realizar los murales en el Museo de Antropología de México DF?
“Muy satisfactoria. Primero, porque la competencia para trabajar en el
Museo era muy ardua. El auge del muralismo había tenido como secuela una
gran cantidad de pintores locales, y también extranjeros, que aspiraban a
realizar el trabajo. Fue pues muy agradable para mí ser seleccionado, no
por haber llenado los requerimientos burocráticos, sino por mi trabajo
personal de creación. Por otra parte, yo adoro el trabajo en equipo. Me
gusta la camaradería que se establece en estos ambientes, donde cada uno
realiza su labor, al lado de los demás, y se departe durante los horarios
destinados a la comida, y se sigue hablando de arte…”
“También aquí en Francia, he podido efectuar murales. Es más, los de
mayor dimensión que yo he realizado hasta ahora, alrededor de 26 metros
cuadrados, y, lo que para mí es importante, al fresco.
“Me cabe la satisfacción de haber llevado a La Gallarde, en la Costa Azul,
algo del patrimonio de mi país…”

¿Piensa retornar a Guatemala?
“El país donde yo he vivido más tiempo es Francia. Esto hace difícil una
decisión. Pero Guatemala nunca dejará de estar presente en mi vida y en mi
trabajo. Mi ideal sería poder pasar la mitad del tiempo en Guatemala, ser
una esponja para lo propio allá, y venir a trabajarlo aquí, a Francia,
donde hay toda clase de materiales: un paraíso para los artistas
plásticos…”