martes, 30 de julio de 2013

Julio Cambranes historiador, crítico: “"Me considero anarco-marxista"”

21/09/03/ Prensa Libre
Entrevista 21 con intelectuales guatemaltecos que viven en el extranjero

Por Juan Carlos Lemus

De origen maya itzaj, Julio Castellanos Cambranes, nació en Nojpeten (la isla de Ciudad Flores, Petén), el 24 de enero de 1943.
De 1988 a 2002 residió en Madrid y París, posteriormente, en San José, Costa Rica. A la fecha (2013) vive en Guatemala*.


¿Cómo y en qué circunstancias fue su salida de Guatemala?

“He salido de Guatemala cuatro veces: de niño, en 1954, me enviaron mis padres a estudiar la secundaria a un colegio jesuita de Belice.

Este primer exilio forzado y cruel me preparó para los futuros que me esperaban.

En 1963 viajé con una beca a estudiar a Rumania.

A Miguel Ángel Asturias, a quien conocí en Bucarest, le referí que sentía que me asfixiaba el sistema; me consiguió otra para la República Democrática Alemana. Nunca le estaré suficientemente agradecido.

En 1980 volví a salir, me fue otorgada una beca Fulbrigth para trabajar un año como profesor e investigador en la Universidad de Tulane, Nueva Orleáns.

En 1981, mi amigo Magnus Mörner, director del Instituto Latinoamericano de la Universidad de Estocolmo y gran especialista en Historia agraria de América Latina, me invitó a trabajar con él en su institución.

Todavía le faltaban las lámparas al segundo piso de mi casa, pero me vi obligado a irme, por estar amenazado de muerte, después de haber estado investigando en los archivos confidenciales de Bienes del Estado, del Ministerio de Finanzas Públicas, sobre quiénes se robaron las antiguas fincas alemanas expropiadas.

Dicho archivo lo dirigía uno de los ladronotes, y yo lo descubrí. Regresé en 1986, pero en 1988 me vi nuevamente amenazado, después de haber colaborado con un pequeño grupo de periodistas (Byron y Fito Barrera, Haroldo Shetemul, Albizúrez y Julio Godoy), que crearon el valiente semanario La Época, cuya sede fue incendiada por el Ejército.

Entonces me trasladé a Sevilla, luego a Madrid, París y, finalmente, a Costa Rica. En total: he pasado afuera 36 años de mi corta y traviesa existencia”.

Usted es uno de los cofundadores de la Escuela de Historia de la Usac. ¿Cómo fue formar esa escuela?

“Yo no fui co-fundador de la EH, sino simplemente catedrático fundador. La EH surgió de un movimiento de renovación que se dio en el seno de la Facultad de Humanidades, en 1974.

Mi regreso a Guatemala coincidió con su fundación, en 1975. Me enteré de ella por la prensa y me fui disparado a ofrecerle mis servicios a un funcionario que se las ingenió para ser su director durante muchísimos años.

Éste me dio una lista de cursos para que yo eligiera cuántos y cuáles deseaba impartir.

Entre los cursos que elegí estaba El período conservador de Rafael Carrera.

Después se me exigió incorporarme a la Usac. Yo fui el primer guatemalteco en obtener el doctorado en historia y mis examinadores sólo serían “licenciados”, lo cual era para mí inaceptable.

Además, se me exigía estudiar cursos que no había recibido en Alemania, como El período conservador de Rafael Carrera ¡Tenía que darme clases a mí mismo! Quizá es posible, si uno se sienta frente a un espejo y se pone a hablar. No hubo tal incorporación y me cancelaron el contrato en 1978.

En realidad, la cancelación del contrato se debió a que los “licenciados” nunca se sienten bien cuando hay un doctor cerca. Se comportan como perros que gruñen cuando están hartando y alguien se les acerca.

Lamentablemente para todos los que deseábamos contribuir al desarrollo de los estudios de la Historia en Guatemala, la dirección de dicha Escuela cayó bajo la influencia de una “rosca” de corte estalinista, que convirtió la renovación en regresión, lo revolucionario en reaccionario. No sé si ya quitaron ese inmenso tetunte del camino”.

Usted estudió en colegio de jesuitas estadounidenses y en el Colegio Alemán de Guatemala. ¿Fue difícil recibir esa educación en este país,  discriminatorio, por su origen maya itzaj?

“No, en absoluto, ya que ni yo mismo conocía mi origen. Siempre me sentí ladino.

Mi origen maya itzaj lo descubrí en 1989 investigando en el Archivo de Indias de Sevilla. Antes de esa fecha no tenía una identidad étnica históricamente establecida.

De niño pertenecía a una burguesía petenera enriquecida con la extracción de chicle, efectuado por miles de trabajadores provenientes de la Alta y Baja Verapaz, México y Belice.

Durante mis vacaciones recorría a caballo la selva acompañando a mi padre, visitando nuestros campamentos chicleros.

Era el “patroncito”. La experiencia de andar en la montaña hizo de mí un espíritu libre y sin complejos de ninguna clase. A los niños con quienes jugaba nunca les vi el color de la piel.

Estudiar en Belice en un internado internacional, y en un colegio elitista como el Colegio Alemán lo veía como algo natural.

Estando en el Colegio Alemán descubrí el racismo, pero de parte de mis compañeras de clase hacia el personal de servicio. Luego descubrí que en Guatemala no existe el racismo hacia el rico”.

Culturalmente, ¿cómo describiría a los maya itzaj?

“Esa respuesta hay que leerla en mis libros. Los itzajs, mis antepasados lejanos, provenían de Tabasco y conquistaron a los mayas de Yucatán, adoptando su cultura, idioma, religión, etc.

Todavía hoy constituyen los itzajs el 70 por ciento de la población yucateca. Durante siglos muchos de ellos se trasladaron al actual Petén. Hasta finales del siglo XVII su cultura estuvo fuertemente marcada por la civilización maya tardía.

Fue una nación indómita, que en Petén preservó su identidad cultural maya itzaj doscientos y pico de años después que Guatemala fue invadida y conquistada por los demonios blancos.

Los que hoy somos de origen maya itzaj descendemos de las mujeres mayas itzajs desposadas con los soldados que invadieron nuestro territorio, a partir de 1697.

La mayoría hemos nacido en Nojpeten, la isla conocida como Ciudad Flores, aunque hay toda una población llamada San José, en tierra firme, que desciende también de los antiguos guerreros indomables.

Ellos hablan aún el idioma itzaj y preservan más sus antiguas costumbres que los nojpeteneros, pero todos nos sentimos igualmente muy orgullosos de nuestro origen.

Yo he escrito nuestra historia con la visión de mi pueblo que nunca fue vencido ni conquistado por los demonios blancos, y me siento orgulloso de ser un historiador de origen maya itzaj”.

¿Se considera usted marxista, socialistas, neoliberal, místico? ¿Qué es?

“Fui formado como historiador en la Universidad Karl Marx de Leipzig, Alemania, pero se me enseñó un marxismo muy ortodoxo, de gran rigidez, atrofiante del pensamiento, que tuve que cargar como una lápida durante muchos años.

En España estudié intensamente el anarquismo español, y me he inclinado al anarquismo que converge en muchos aspectos con el marxismo liberal, el auténtico pensamiento de Marx y Engels, ambos de gran amplitud mental y muy sensibles a los problemas sociales de nuestra América. Por ello me considero anarco-marxista.

Profesionalmente, me parece el pensamiento más adecuado y avanzado para intentar reinterpretar la historia de Guatemala, que es lo que me interesa y ocupa”.

¿Cómo es esa “conquista restringida de la nación maya itzaj” a la que se refiere en su libro inédito “La invasión de los demonios blancos”?

“La invasión de los demonios blancos” no es un libro sino una pentalogía. Cinco libros independientes entre sí, que se refieren al descubrimiento, guerra de conquista y colonización de América, en general, e invasión de los demonios blancos de la Tierra de Guerra (Petén), en particular.

Es el producto de 15 años de trabajo en archivos españoles y de Guatemala, y de estudio en mi gabinete de trabajo itinerante.

“Los maya itzajs nunca fueron conquistados por los demonios blancos ni sus miembros convertidos en siervos o esclavos. Defendiendo su libertad e independencia perecieron 100 mil maya itzajs.

Hasta el siglo XIX, la conquista de Petén se restringió a la ocupación de Nojpeten y a una ínfima parte de su territorio.

La conquista parcial se inició en la segunda mitad del siglo XIX, y la real se está llevando a cabo en nuestros días por militares convertidos en “finqueros”, narcotraficantes y demás delincuentes sureños de las PAC, que prácticamente ya son los dueños del territorio petenero, incluida la Biosfera maya”.

¿Quiénes son esos demonios blancos?

“Los demonios blancos fueron esos hatajos de asesinos celebrados en España como “conquistadores”.


Julio Castellanos Cambranes colaboró con los fundadores de Cirma,  "por considerar que su proyecto era potencialmente de gran valor". Acerca de su participación en ese lugar, explica:

Trabajé voluntariamente con ellos y hasta doné mis pocos, pero buenos libros traídos de Alemania en mi retorno.

Fui co-director junto a Christopher Lutz, su verdadero fundador y financiero. Gracias a él se fundó una valiosísima biblioteca especializada en historia, antropología, arqueología, etc. de Mesoamérica; se adquirió la mansión que hoy es su sede, como centro para investigar y trabajar en un ambiente de monasterio de clausura.

Me recuerdo cargando libros y el mobiliario el día de nuestro traslado a ese bello local, y mi satisfacción al verlo todo ya montado.

Creo que será siempre mi gran orgullo: haber hecho el papel de cargador de cultura pura. En esa primera como productiva época se fundó la fototeca que hoy es la más importante de Centro América.

Un día se me ocurrió publicar una revista acorde con nuestras metas e inquietudes, y surgió la revista Mesoamérica, que parece que ya va por su número 45.

La idea era construir algo extraordinario culturalmente, para luego donarlo a la Usac. No sé en qué paró este proyecto. Todo esto lo relato en mis memorias inéditas “Vivir en la jungla”. Deje que las termine, que ya las tengo bastante avanzadas...”

Ha sido profesor conferencista en más de 30 universidades. Cuando le preguntan acerca de la cultura guatemalteca, ¿cuál es su respuesta?

“¿Cuál cultura guatemalteca? En Guatemala coexisten diversas culturas, aunque predomina la cultura norteamericana. Nos han chupado no sólo nuestras riquezas materiales sino hasta la sangre del cerebro y del alma. Esa es la naturaleza del neocolonialismo yanqui: imponernos su cultura basura”.


¿Por qué eligió Costa Rica para vivir?

“Porque para mí es lo más cercano a Guatemala. De Costa Rica me agradan su belleza física, su gente (especialmente la belleza de sus mujeres, ejem, ejem...), su clima, su espíritu pacífico y su desprecio, que comparto, por los ejércitos de cobardes asesinos, que sobran en nuestra América”.

¿Retornaría para vivir en Guatemala?

“Sí. De hecho, mentalmente nunca he dejado de vivir en Guatemala. Mi ausencia física está encarnada en mis dos hijos que viven allá. Sé que algún día retornaré, y ése será el día más feliz de mi vida”.





*Perfil del entrevistado:

Hizo estudios secundarios en el colegio de jesuitas norteamericanos Saint John’s College, en la ciudad de Belice, en el Colegio Alemán de Guatemala, en el Instituto Nacional para Varones de Occidente (INVO) de Quezaltenango.

Realizó estudios de Agronomía en la Universidad de San Carlos y en el Instituto Agronómico “Nicolae Balcescu” de Bucarest, Rumania, y de Historia económica y Sociología rural en la Universidad de Leipzig, Alemania, en la que obtuvo su licenciatura en 1971 y el Ph.D. en 1977.
De 1975 a 1980 impartió clases de Historia agraria de Guatemala en la Universidad de San Carlos.
Desde 1975 hasta el presente se ha dedicado al estudio de la Historia agraria de Guatemala.

Además de diversos artículos y ensayos, ha publicado y editado los siguientes libros: “El desarrollo económico y social de Guatemala: 1868-1885” (1975). El imperialismo alemán en Guatemala” (1977).

Introducción a la historia agraria de Guatemala” (1978). “Café y campesinos. Los orígenes de la economía de plantación moderna en Guatemala, 1853-1897” (Estocolmo, 1982, Guatemala, 1985, España y Guatemala, 1996). “Agrarismo en Guatemala” (1986). “500 años de lucha por la tierra.

Estudios sobre propiedad rural y reforma agraria en Guatemala” (editor) Dos volúmenes (1992).

Como historiador profesional se incorporó en 1979 a varios historiadores estadounidenses que fundaron Cirma en Antigua, de la cual fue co-director.

Es fundador y fue el primer editor de la revista Mesoamérica.

Desde 1980 hasta la fecha ha sido profesor conferencista en más de 30 universidades de los EE.UU., Suecia, Alemania, Inglaterra y España.

Además de Guatemala ha residido en Belice, Rumania, Israel, Alemania, EE.UU., Suecia, Inglaterra, España, Francia y Costa Rica.

Además de la nacionalidad guatemalteca posee la nacionalidad española por naturalización.