martes, 7 de septiembre de 2010

Entrevista a Irma de Luján/ La crítica sin fariseímo




Una conversación sobre el arte y la cultura en general.

Por Juan Carlos Lemus

Doña Irma de Luján no aceptaría una luz ámbar sobre su persona, tampoco los estridentes elogios difundidos por algún altoparlante, ni diplomas del tamaño de un muro. Prefiere pasar inadvertida. Ni tímida ni arrogante, sencillamente prudente y distante de los cuadros de honor que inventa nuestra sociedad maltrecha. Ejerce la crítica de arte. Algún lector podría preguntarse para qué sirve tal especialización en un país donde las camionetas arrojan humo negro, las calles tienen baches en los parches y nuestros centros comerciales no son sino copias de las más vulgares postales de Miami.

La respuesta sería que la crítica —bien aprovechada— puede originar cambios estéticos y hasta académicos en una nación. Pero los auténticos intelectuales suelen ser desatendidos, por lo que estos prefieren observar desde lejos cómo el circo aplaude a la mujer barbuda y condecora al descubridor del agua azucarada. Mas cuando críticos como Irma Lorenzana de Luján advierten sobre los embustes de la mujer barbuda, o la salada dulzura de los reinventores, son vistos como déspotas porque las sociedades lastimadas prefieren la mentira y el fariseísmo, antes que la verdad leída de frente.


Recién graduada de bachiller en el Liceo Francés, en los años sesenta, se fue a estudiar Historia del Arte a la Escuela Superior de Arte de París. Tenía 19. Por sus méritos, fue promovida antes de finalizar el primer año. En escuelas como esa, es normal que los maestros busquen alumnos destacados para que apoyen en talleres de los grandes maestros. Así, en quinto fue llamada como ayudante en los talleres del decorador Jean Lurçat (1892-1966), el artista que introdujo el surrealismo y el cubismo en la tapicería. Simultáneamente estudió en el Museo del Louvre.

Recibió clases particulares con la húngara Magda Frank, una escultora y crítica, víctima del Holocausto, cuyo fallecimiento, a sus 95 años, recientemente fue anunciado por diarios franceses y argentinos. La húngara la introdujo al mundo de la crítica.

En aquel tiempo participó en exposiciones colectivas, como pintora. En una de ellas ganó la medalla de plata de la Ciudad de París, en 1962, otorgada al Salón de Artistas Latinoamericanos que viven en esa ciudad. Algo nada fácil, por lo que recibió comentarios favorables, entre otros, el del mundialmente respetado crítico polaco Waldemar George (1893-1970). Regresó al país y conoció a Luis Luján Muñoz, el destacado académico con quien se casó.
Hace 14 años, Dina de Deman le pidió que escribiera una columna de crítica de arte en Prensa Libre, por lo que adecuó su escritura al objetivo periodístico y aún la publica, cada martes, en la sección Cultura.

Los artistas suelen ser susceptibles, incluso, agresivos. ¿Tiene eso incidencia cuando leen sus críticas de arte?

Sí, hay algunos que lo toman en forma muy educada, son los menos, y aceptan lo que se dice. Otros, defienden su obra con las uñas de fuera.

¿Cuál es una diferencia básica entre la crítica europea y la centroamericana?

Un crítico en Europa puede hacer o deshacer a un artista. Aquí, no, porque la cultura es muy distinta. En Europa hay críticos que tienen una fuerza en lo que dicen, que no hay para donde. Trato de ser así, que a mí no puedan decirme que lo que he dicho no es así, y hasta el momento, creo yo, no han logrado hacerlo. Aunque digan que soy mala, eso no tiene nada que ver con la crítica, que soy muy dura, tampoco tiene que ver con la crítica. Lo único que tiene que ver es la obra del artista. Trato de ser cautelosa y educada con lo que digo, jamás me he referido al pintor o al escultor, siempre me refiero a su obra.

Usted ha reconocido las cualidades de Grajeda Mena, González Goyri, Dagoberto Vásquez, ya fallecidos, además las de Luis Días o Roberto Cabrera, por mencionar algunos. ¿Por qué nuestro país, de unos 14 millones de habitantes, tiene solo unos cuantos pintores y escultores notorios?

Si me dijeran que tendría que armar una exposición de 50 artistas de Guatemala, me sería muy difícil, no le digo de la generación del sesenta, que usted acaba de mencionar, me sería difícil. Probablemente va a haber un cambio, vendrán jóvenes con talento que van a sacar un arte guatemalteco.

Para empezar, ¿por qué no hay una arquitectura vernácula?

Eso sería meternos en profundidades, pero creo que el guatemalteco, en el fondo, no está orgulloso de ser guatemalteco, tal vez estoy diciendo una barbaridad, pero así lo veo. Tal vez somos un país tan pequeñito que los países del norte nos han aplanado, pero en Guatemala tenemos tantas cosas bonitas. Hay personas que hasta cuentan, felices, que alguna vez las confundieron con que eran italianas… Deberían sentirse orgullosas de ser guatemaltecas.

Por cierto que ha escrito acerca de los mall, esas catedrales de consumo norteamericano.

Sí. A un mall entra usted de día y sale de noche; no hay ni ventanas, lo encierran a uno, lo obligan a ver lo que está dentro. No hay espacios seguros en la ciudad, entonces, los muchachos pasan allí la tarde del sábado y el domingo, caminan dando vueltas, como antes lo hacían en los parques.

¿Por qué nuestra ciudad tiene desorden estético y arquitectónico?

Sobre todo, hay mal gusto. Quieren copiar Miami, con palmeras alrededor de un centro comercial y el estilo de la arquitectura de esa ciudad.

En otra época intentamos copiarle a París, con el Obelisco…

Pero fíjese que el Obelisco es el monumento más elegante que hay en la Ciudad de Guatemala. Lástima que le pusieron esas columnas alrededor. El Obelisco recuerda una estela maya con su espejo de agua, pero lo arruinamos todo, porque aquí hay una idea de agregar. A un edificio, al momento le ponen tabiques para hacer más oficinas.

Obviamente, los responsables han sido los empresarios sin gusto estético y los gobiernos.

Hubo una época con una especie de resurgimiento, fue cuando se crearon en el Centro Cívico nuestros grandes murales, para que la gente tuviera a su alcance el arte, pero es el único, no se ha repetido. Y están en muy mal estado, por cierto, sobre todo el del Seguro Social, es lamentable.

¿Qué opina de los intentos municipales por hacer obra de arte en las calles?

Está bien, pero que hagan como cuando se hizo el Centro Cívico, con artistas ya hechos que hicieron algo bueno, y no con artistas —como dicen ahora— “emergentes”; esas son palabritas que se van creando para referirse a pintores que se inician, pero que no tienen concepto de lo que es un mural.

Según parece, quieren colocar esculturas en la Sexta Avenida.

Es el arte que va a ver toda la gente, entonces, hay que tener mucho cuidado, hay que saber escoger. Creo que piensan poner 18 esculturas, espero que escojan bien, algo mejor de lo que hay hasta ahora. No hacen algo guatemalteco.

¿Qué sería lo guatemalteco? ¿algo prehispánico?

No necesariamente. Por ejemplo, Roberto Cabrera o Élmar Rojas, cuando hacen algo no dicen voy a hacer algo guatemalteco, es algo que hacen con pureza y profundidad. Carlos Mérida, otro ejemplo, amaba a Guatemala, la interpretó en una forma extraordinaria, con elegancia llegó al fondo de lo guatemalteco, de verdad sintiéndolo.

¿No nos pone muy aldeanos ser nacionalistas?

Los mexicanos están orgullosos de serlo. De su comida, forma de hablar y de sus trajes, de su música, de todo, y no son aldeanos.

¿Cuáles son los parámetros para hacer una buena crítica?

Para mí, es necesario saber si algo está bien hecho o no, si tiene o no un concepto, simplemente.

¿Cómo se aprende la crítica?

Alguien me pidió que le diera clases. No se puede. La base es conocer el arte, desde la prehistoria hasta la que se está haciendo ahora, para hacer comparaciones lógicas y saber de dónde viene ese cuadro que nos están poniendo enfrente. Eso se logra con haber leído. No voy a decir que he leído mucho y que soy una eminencia, no, pero creo que me he preparado un poco.

¿Cómo ve los museos del país?

La semana pasada fui al Museo de Arte Moderno. Se está haciendo un gran intento por mejorarlo. El arquitecto José Mario Masa, con bastante entusiasmo y con pocos recursos ha hecho bastante, sobre todo la parte de la bodega, donde tienen guardadas la obra magnífica de los grandes escultores de Guatemala. Entre ellos, me llamó la atención una de Luis Días, de lo más pura que se pueda imaginar, él ya busca la cuarta dimensión de la escultura.

¿Cuál es su impresión de las escuelas y academias de arte?

Son lugares a donde van personas que se acercan al arte y eso es muy bueno, pero no por eso deberían creer que son pintoras. El que hagan copia de una postalita no es ser pintor. Quienes creen que es muy fácil, no se meten con la música porque requiere de mucha técnica dar un concierto de piano; se animan con la pintura porque piensan que eso lo hace cualquiera.

De los fallecidos, ¿es muy difícil nombrar al gran artista nacional?

No sé hasta dónde habría llegado Roberto Ossaye, tampoco se sabe si se hubiera quedado en el camino, como ha pasado, pero creo que no, creo que habría llegado a ser uno de los grandes pintores a nivel mundial. Tengo menos seguridad al hablar de Valenti, pero tengo seguridad al hablar de Arturo Martínez. Él habría sido un gran pintor, pero hemos tenido mala suerte, se mueren jóvenes, cuando todavía no han dado lo que tenían que dar. Mérida murió ya mayor y dio lo mejor que tenía. El maestro Mérida tenía una técnica depuradísima, de una gran finura y limpieza extraordinaria.

¿Y de los escultores?

Yela Günter, para mí, es muy bueno. Otro que murió muy joven fue Culajay, también de una pureza total. También González Goyri, que se dedicó más a la pintura que a la escultura, pero era muy buen escultor. Y uno muy grande es Grajeda Mena, que desgraciadamente se está olvidando, y habría que hacer algo, pues tiene una fuerza increíble.

Me parece que en Guatemala ha habido, en su historia, genios inadvertidos que no se desarrollaron nunca. Si está de acuerdo, ¿por qué no se desarrollaron?

Es el ambiente. Me pongo a pensar qué opaca ha de haber sido esa etapa de la Independencia hasta el siglo XX, algo tremendamente triste. Hay un viajero francés, que no está traducido al español, que describe a Guatemala de una manera que yo diría trágica; lo que más le llamó la atención es el vuelo de los zopilotes sobre la carroña. Las casas, dice, teniendo una tierra tan fértil, ni siquiera tienen un bonito jardín. Bueno, tal vez hay un poquito de mala fe en este viajero, pero sí describe una ciudad apagada y triste. Ahora es una ciudad bulliciosa y desordenada. Y sigue siendo triste. En cualquier país del mundo, el domingo es un día alegre. Aquí, es un día que no dan ganas de salir.

Parece que eso sucedía desde antes, cuando no había violencia.

Sí, ya sucedía; no sé si ha leído los libros de Jaime Sabartés, Don Julián y Su excelencia. Allí describe la ciudad; no dice que es Guatemala, pero uno inmediatamente lo capta. La describe agobiante, triste, y el domingo es un reflejo de eso. Esperemos que la Sexta Avenida sea un buen paseo dominical…

¿Qué opina de la ciudad llena de anuncios y de extranjerismos?

Horrible. El doctor Carlos Martínez Durán era un hombre muy culto y refinado, hablaba de los anuncios, sobre todo le enfermaban los escritos en inglés, porque tenemos un idioma riquísimo. Ahora se está introduciendo el francés, por lo menos en la televisión, ya no dicen tostado, sino crokant. Muy “elegante”. A las baratas les ponen sale; o se habla de la shopping list de navidad. En Guatemala tenemos tantas cosas bonitas, empezando por las naturales como el musgo, la manzanilla, el pino. Pero, bueno, mucha gente cree que la shopping list y los mall son elegantes.






breve..........
Irma Lorenzana de Luján

Historiadora de Arte, graduada de la Escuela Superior de Arte de París.
Estudió arte en el Museo del Louvre, y recibió clases particulares con la húngara Magda Frank.
En 1962 ganó la Medalla de Plata de la Ciudad de París, por su pintura Árboles, expuesta en el Salón de Artistas Latinoamericanos en París.
Desde hace 14 años publica su columna Plástica, en la sección Cultural de Prensa Libre.

5 comentarios:

  1. Interesantisima entrevista Juan... Lujan a la larga nos muestra que nuestros sueños son pequeños, porque la ventana donde los vemos es tan estrecha que nos nos deja ver el aquel paraje inexplorado....
    saludos por ls entrevistas.

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  2. hablando tambien de calles, municipalidad y edificios, que opinión le merece la remodelación del BCIE en la 16 calle de la zona 9? una burla copia a mi modo de ver...

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  3. Excelente entrevista, Juan Carlos. ¿Y cuándo una así sobre los escritores después de los años 80 en Guatemala? El problema es encontrar a la "crítica" o al "crítico" adecuado. Y, por otra parte, eso sería peligroso, el entrevistado podría luego aparecer muerto en una cuneta cerca de "100 Puertas". Bueno, un saludo de la afición deportiva.
    Raúl de la Horra

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  4. Irma de Lujan es un mensaje para ti, soy tulio andreussi, estoy cuidando la obra de M.F mi direccion es thandreussi@gmail.com, hoy hay un homeneaje en el museo oscar niemeyer curitiva homenajemagdafrank.blogspot.com/, ella desde su soledad y silencio nos muestra el camino del espiritu, con mucho cariño

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